Destinos
turísticos en México están contaminados o con sus atractivos
naturales deteriorados
*
Polos turísticos en Guerrero, en severa caída desde
hace algunos años; sitios contaminados e inseguridad
pública, las causas
* Focos rojos en la Riviera Maya por crecimiento
poblacional, desordenada ocupación del territorio y
contaminación ambiental
Por Antena Radio
Tercera Emisión /
Sección Medio Ambiente, ¿Qué puedo
hacer yo?, con Francisco Calderón Córdova / IMER Horizonte
107.9 FM, 1220 AM y Radio México Internacional /
14 de abril de 2014.
En
esta temporada vacacional de “Semana Santa”, los destinos
turísticos favoritos son, sin duda, las playas tanto del
Pacífico, como las del Golfo de México y del Mar Caribe. Las
condiciones climatológicas de estas fechas son ideales para
ello y la infraestructura hotelera y de servicios en estos
sitios es de enorme calidad. Desafortunadamente, el descuido
de las condiciones ambientales de algunos polos turísticos
ha contribuido no sólo a su pérdida de competitividad en el
mercado, sino –sobre todo- al deterioro de la calidad de
vida de la población cuya prosperidad está vinculada con la
actividad turística.
Recientemente, y como sucede cada año, se ha sabido que en
el monitoreo anual de la calidad del agua de las playas
mexicanas, Zihuatanejo, en el estado de Guerrero,
prácticamente duplicó los niveles de contaminantes que ponen
en riesgo a la salud de los bañistas. Estamos hablando de la
presencia de 399 enterococos fecales por cada 100 mililitros
de agua, cuando el máximo tolerable es de 200 enterococos
fecales por cada 100 mililitros.

Estos niveles de contaminación en las playas de Zihuatanejo
tienen su origen en la desordenada ocupación del territorio
a lo largo y ancho de 7 hectáreas colindantes a la Laguna de
las Salinas. Los asentamientos humanos irregulares que
durante ya cuatro décadas ahí han existido, descargan sin
ningún control sus aguas negras en lo que antes era uno de
sus principales atractivos turísticos del lugar.
Además de esto, la planta de tratamiento de aguas residuales
“La Marina” simplemente no funciona. Consecuentemente, las
playas llenas de aguas negras han alejado a Zihuatanejo de
ser el paraíso que se buscaba crear en los años 70 y 80,
cuando se pleneó como el segundo polo turístico
integralmente planeado, después de
Cancún. Desafortunadamente, la paulatina pérdida de los
atractivos naturales y, desde luego, las condiciones de
inseguridad que amenazan a los viajeros, han marcado una
consistente caída del estado de Guerrero en la preferencia
de los flujos turísticos nacionales e internacionales.
Yo me sumo a la exigencia de distintas organizaciones
ambientalistas en el sentido de que el monitoreo de la
calidad del agua de las playas mexicanas debe ser un
mecanismo permanente a lo largo de todo el año. Además de
brindar información confiable para los paseantes, puede ser
un indicador que dé señales de alerta de otros procesos de
deterioro que estén afectando a las condiciones ambientales
de nuestros litorales y que deben ser atendidos.
Desde ya hace cuatro o cinco décadas, México ha venido
promoviendo como principal producto turístico a sus playas.
Hoy ninguno de estos destinos ocupa los primeros lugares
entre los mejor calificados por los promotores de esta
industria. Por ejemplo, el portal Trip Advisor señala
como las mejores playas del mundo a las de Australia y
Brasil, con tres destinos distintos cada uno, y México
aparece hasta el décimo lugar con una sola recomendación: la
Playa Norte, en Isla Mujeres.
A la luz de estos hechos, me es claro que nuestro país no ha
sabido cuidar sus atractivos turísticos (generalmente,
espacios naturales plenos de flora y de fauna nativa), y que
por preferir privilegiar al crecimiento económico sin
equilibrarle socialmente ni con un uso sustentable del
territorio, sistemáticamente estamos matando a
la “gallina de los huevos de oro”.
Infinidad de focos rojos están encendidos hoy –por ejemplo-
en la Riviera Maya, donde el acelerado crecimiento
poblacional, el uso descontrolado del territorio y de sus
recursos (entre éstos, el agua potable), además de la
aprobación de proyectos absurdos (como el Dragon Mart),
están mostrando ya una pérdida acelerada del capital natural
de la región caribeña de México (hablamos de manglares,
cenotes, flora y fauna).

Las 30 playas más limpias del país, en el estado de Sonora,
bañadas por aguas del Mar de Cortés, muy probablemente
pudieran dejar de serlo en el mediano plazo frente a la
insistencia de desarrollar proyectos turísticos como la
Escalera Náutica o Cabo Pulmo.
No es que la actividad turística esté peleada con la
sustentabilidad y con el equilibrio ecológico. Lo que parece
suceder es que, quienes están encargados de garantizar que
el desarrollo económico, el social y el ambiental avancen de
manera armónica, no están interesados en que el turismo sea
una actividad de largo aliento; sino sólo un negocio que
reporte ganancias inmediatas y a costa de lo que sea,
incluso, del patrimonio natural de todos los mexicanos.
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