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Más que al cambio climático, la escasez mundial de alimentos se debe a la especulación financiera  

 

Una cuarta parte de la población mexicana padece carencias en el acceso a la adecuada alimentación  

 

En el mundo, mil millones de seres humanos padecen hambre

 

 

Antena Radio / Edición vespertina / Sección Medio Ambiente, ¿Qué puedo hacer yo?, con el Lic. Francisco Calderón Córdova / 107.9 de FM y 1220 de AM, 17 de octubre de 2011.

 

 

El día de ayer -16 de octubre- se conmemoró el Día Mundial de la Alimentación. Desde el año de 1979, la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) proclamó esta fecha como una ocasión propicia para hacer conciencia entre los gobiernos y pueblos del mundo sobre el problema alimentario. El Día Mundial de la Alimentación es un llamado a la solidaridad mundial para luchar en contra del hambre, la desnutrición y la pobreza. Y este año 2011, la FAO ha lanzado una campaña en contra de la volatilidad de los precios de los alimentos que, en última instancia, está afectando severamente a las poblaciones más pobres del planeta. 

En un informe publicado recientemente sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo (2011), la FAO señala que –en el presente- alrededor de mil millones de seres humanos padecen hambre y que las drásticas variaciones en los precios de los alimentos en el período 2010-2011, arrastraron a por lo menos 70 millones de personas más a la pobreza extrema. Yo no tengo dudas de que el fenómeno del cambio climático está mermando las condiciones generales para la producción de alimentos; pero es un hecho que los movimientos especulativos de los mercados internacional y locales son la causa fundamental de la elevación de los precios de los alimentos en todo el mundo.  

En sólo cuatro meses, de octubre del 2010 a enero del 2011, el Banco Mundial registró un aumento del 15 por ciento en el precio internacional de los alimentos. Ya en el año 2008 se había registrado un aumento ligeramente superior, siendo productos como el trigo, el maíz, el azúcar y los aceites comestibles los más encarecidos. Si bien considero que el alza mundial en los precios de los alimentos responde predominantemente a movimientos especulativos de mercado, por otra parte, es innegable que el deterioro de las condiciones ambientales en todo el orbe también está afectando la disponibilidad y los costos de producción de muchos bienes alimentarios. 

En México, la sequía que padece el Norte y Centro del país ha afectado principalmente al sector agropecuario. La falta de lluvias y, por ende, la disminución en la disponibilidad de pastos y forrajes, ha mermado severamente a la actividad ganadera. Tan sólo en el estado de Chihuahua, han muerto más de 100 mil cabezas de ganado como consecuencia de la sequía. Los precios de productos cárnicos y lácteos están padeciendo presiones. La Confederación Nacional de Propietarios Rurales (CNPR) ha advertido que, debido al bajo nivel de almacenamiento de agua que hay actualmente en las 11 presas del estado de Sinaloa, la superficie de siembra de maíz podría reducir hasta en un 40 por ciento (lo que, desde luego, impactaría negativamente al precio de este cereal).  Esta misma organización ha llamado la atención también sobre los cultivos de frijol, y ha solicitado a las autoridades estatales y federal un programa emergente para enfrentar las consecuencias que podría tener en los cultivos de este grano la sequía padecida por estados como Veracruz, Durango, Chihuahua, Zacatecas y San Luís Potosí. De acuerdo con la CNPR, el frijol podría sufrir importantes incrementos por la dramática falta de lluvias que se ha padecido este año.

Ante este panorama de especulaciones financieras y contingencias climáticas, es urgente que en nuestro país transformemos al sector agrícola y pecuario de forma radical. En el 2010, presenciamos ya el deterioro de la seguridad alimentaria en entidades como Guerrero, Tabasco, Estado de México, Campeche, Chiapas, San Luís Potosí, Hidalgo, Michoacán, Puebla y Oaxaca. De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), una cuarta parte -24.8%- de la población mexicana padeció, en el año 2010, carencia de acceso a la alimentación. Los fenómenos climáticos, exacerbados año con año, al igual que los financieros, pronostican una tendencia poco alentadora en materia de seguridad alimentaria.

 Es necesario que los mexicanos reconozcamos el aún enorme capital natural con el que contamos, pero también que aprendamos a aprovecharle de manera más sustentable. Sin duda, tenemos que transformar y hacer más eficiente la manera en que, por ejemplo, utilizamos el agua, sobre todo en las actividades agropecuarias o en nuestras casas. Pero también, es impostergable que recuperemos los hábitos alimenticios tradicionales y que abandonemos los que han hecho que un tercio de nuestros niños y que siete de cada diez adultos sean personas con problemas de sobrepeso y de obesidad.

 

   

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