Propósitos ambientales para el año nuevo
Por
Francisco Calderón Córdova
Formularnos durante los primeros días del año una
serie de propósitos para hacer bien las cosas en el
transcurso de los doce meses por venir, es un hábito
muy positivo en la medida en la que también
identifiquemos cuáles serán –uno a uno- los pasos
que deberemos dar para lograrlos. Sólo así podremos
ir alcanzando nuestras metas y, desde luego, evaluar
si nuestro plan está teniendo o no los resultados
que esperamos. Sin establecer un plan, hacer
propósitos sería sólo agregarle tensiones a nuestra
agenda cotidiana, de por sí llena de compromisos que
a veces no logramos cumplir al cien por ciento.
Proponerse cuidar el medio ambiente y contribuir a
revertir el calentamiento global, aunque le parezca
un propósito difícil o una tarea reservada a los
especialistas y científicos, es una acción
individual muy positiva que puedes realizar durante
el año y, sobre todo, una tarea susceptible de ser
medida.
Hoy
sabemos que una de las principales causas del cambio
climático en todo el planeta, es la excesiva quema
de petróleo que hacemos los seres humanos para
producir energía eléctrica, mover al transporte,
hacer funcionar a la industria y a los servicios,
así como para procurar que nuestros hogares sean
lugares confortables. Desafortunadamente, siempre
que utilizamos combustibles derivados del petróleo
enviamos al aire un gas residual llamado dióxido de
carbono (CO2),
que es el principal responsable –junto con el
metano, el ozono, el óxido de nitrógeno, los
cloroflurocarburos y el vapor de agua- de retener el
calor producido por la radiación solar dentro de la
atmósfera. Como resultado de nuestras actividades
cotidianas y del uso intensivo de la energía,
diariamente son depositados en el aire cientos de
miles de toneladas de dióxido de carbono, lo que ha
llevado a perder el equilibrio natural y la
capacidad del planeta para absorber y transformar de
manera natural este abundante gas. Si a ello sumamos
la enorme deforestación que se está llevando a cabo
en muchas regiones del orbe, es explicable la
pérdida de la capacidad natural que tiene el planeta
para atrapar y transformar al
CO2.
Nunca antes en la historia de la vida sobre la
Tierra el carbono había rebasado las 300 partes por
millón en la composición de nuestra atmósfera; hoy,
por primera vez en la historia y principalmente como
consecuencia de las actividades humanas a lo largo
de las últimas décadas, nos acercamos ya a las 400
partes por millón de carbono. Las consecuencias para
la vida son aún impredecibles y las estamos
comenzando a padecer ya, no sólo por causa de la
elevación de las temperaturas en diferentes regiones
del mundo, sino con el cambio en los patrones
usuales del clima y su consecuente impacto sobre la
agricultura, la producción de alimentos, la erosión
del suelo por inundaciones y sequías, e incluso con
la aparición de nuevas enfermedades en todas las
especies vivas del planeta. Una solución a todo esto
es el cambio a fuentes limpias y renovables de
energía (como el hidrógeno, la energía solar o la
eólica) y el uso de tecnologías amigables con el
medio ambiente; sin embargo, es un proceso que
-tanto en México como en el mundo- ha avanzado lento
y ciertamente se ha topado con obstáculos y
dificultades.
Mientras tanto –y en lo que logramos ponernos de
acuerdo como sociedad para instrumentar soluciones
definitivas a los problemas ambientales que hoy
amenazan a la vida-, todos y cada uno de nosotros en
lo individual, usted y yo, podemos hacer mucho para
frenar y comenzar a revertir los daños que colapsan
hoy a la Tierra. Fijémonos como propósito para los
meses por venir, hacer cosas que puedan modificar
sustancialmente nuestros hábitos de consumo y, por
tanto, reducir la huella que estamos dejando sobre
el planeta:
1.-
Reducir y moderar el uso de la electricidad en
la casa o en la oficina; lo que se puede
conseguir utilizando focos ahorradores, colocando
detectores de movimiento para encender y apagar las
luces en áreas comunes, o desconectando los aparatos
que no se están usando (como cargadores de celular)
y los que permanecen en hibernación (como
video-reproductores, ordenadores, hornos de
micro-ondas o aparatos de sonido). Es recomendable
que el refrigerador sea de bajo consumo energético,
además de que su interior no esté muy lleno y que
permanezca cerrado la mayor parte del tiempo. Con
tus recibos de luz podrás darte cuenta si estás
avanzando en esta tarea. Recordemos que por causa
del petróleo utilizado para generar electricidad en
México, cada año se descargan a la atmósfera más de
27 millones de toneladas de
CO2.
2.-
Modificar la frecuencia y el
tipo de transporte en el que nos movemos;
caminar o utilizar la bicicleta es un medio de
transporte con cero emisiones a la atmósfera, además
de ser una forma agradable para hacer ejercicio y
mantenerse saludable. Siempre que puedas, opta por
ello. Cada vez que te sea posible, usa el transporte
colectivo y sólo utiliza el automóvil lo
estrictamente necesario. Cuando viajes en autobús o
en avión procura no llevar mucho peso en tu
equipaje, ya que a mayor carga hay más consumo de
combustible y contaminación.
3.-
Reflexionar sobre el tipo y el origen de las
mercancías que adquirimos; el acto de
comprar cualquier producto en el mercado, trae
consigo una fuerte responsabilidad ambiental a la
persona que le consume. Por ello, hay que optar por
productos que no contaminen o que su impacto en el
medio ambiente pueda ser fácilmente controlado y
asimilado. Prefiramos aparatos eficientes en el
consumo de electricidad, así como alimentos y otros
productos de origen local y nacional. Rechaza
productos contaminantes o peligrosos (como las pilas
y baterías piratas); reutiliza un mismo producto
para diversa aplicaciones (como los envases o
cajas); y apoya el reciclaje de materiales –entre
otros- como el papel, el cartón, el plástico y el
cristal, separándoles de la basura y entregándolos a
los centros de reciclaje de tu ciudad.
4.-
Reducir la cantidad de residuos que generamos;
la descomposición de la basura es una importante
fuente generadora de metano, uno de los gases
responsables del calentamiento global y del cambio
climático. En ciudades como el Distrito Federal, en
promedio cada persona genera diariamente hasta dos
kilos de basura. Además del impacto que tienen en el
medio ambiente las decenas de miles de toneladas de
basura que diariamente salen de nuestras casas, del
comercio, la industria y los servicios, el manejo
integral de los residuos (orgánicos, inorgánicos y
peligrosos) consume un volumen muy elevado de
energía y de recursos. Separando nuestros desechos
en residuos orgánicos, inorgánicos y sanitarios,
podemos contribuir a reducir su volumen y a
facilitar un mejor aprovechamiento de éstos para el
reciclaje.
5.-
Cuidar y consumir responsable y
sustentablemente los recursos naturales; en
promedio, cada mexicano utiliza un total de 350
litros de agua y hay quienes llegan a consumir hasta
600 litros al día, cuando en los países europeos la
cifra no rebasa los 135 litros por persona al día.
Toma duchas de menos tiempo (no más de 7 minutos) y,
de ser posible, instala dispositivos ahorradores de
agua en la regadera y calentadores solares. Cuida
los bosques y las áreas verdes en tu ciudad, ya que
son fábricas de agua y de oxígeno, además de que
capturan el
CO2
de la atmósfera, reducen la fuerza de los vientos,
mitigan el ruido y favorecen al clima. Procura no
adquirir productos cuyas materias primas naturales
no estén certificadas, ni adquieras animales
silvestres cuya venta no esté controlada y
autorizada.
Así
que, un estupendo propósito para este año que
comienza es informarse sobre los impactos que tienen
nuestras acciones diarias sobre el medio ambiente y,
consecuentemente, en las condiciones generales de
nuestra salud. Recordemos que gran parte de las
enfermedades que padece hoy la humanidad tienen su
origen en la degradación de los ecosistemas; en la
contaminación del agua, del aire y de la tierra; en
la pérdida de la biodiversidad y en el consumo
desequilibrado de los recursos naturales.
Afortunadamente, los seres humanos contamos con las
capacidades y la inteligencia suficientes como para
rectificar el rumbo del desarrollo, reconciliándonos
con los procesos esenciales y el transcurrir de la
naturaleza. Sin duda, te puedo asegurar que un
propósito tan grande como lo es salvar al planeta de
la devastación y el ecocidio, es perfectamente
posible si tú y cada uno de nosotros nos
comprometemos y nos ocupamos de modificar esas
pequeñas cosas que hacemos todos los días.
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