Fábricas de humo personalizadas

Por Francisco Calderón Córdova / Revista 365 días para vivir con salud
Ciudad de México
Lunes 18 Septiembre, 2006

Si es usted un fumador activo de tabaco, seguramente se ha percatado ya de la cada día mayor cantidad de restricciones jurídicas que se le imponen para poderse echar su cigarrito en espacios públicos de toda índole.

El acto de fumar puede constituirse como una falta administrativa merecedora de multas e incluso hasta un delito. De más o menos quince años a la fecha, en muchos países del mundo se han aprobado leyes y reglamentos que establecen la prohibición de fumar en los edificios de gobierno, en bancos, tiendas, cines y hasta en los vuelos comerciales. Y, desde luego, no se trata de una guerra fraguada por los no fumadores en contra de los consumidores de las cajetillas de cigarros, como en ocasiones se piensa, sino, sobre todo, debe entenderse como el reconocimiento de los especialistas y de las autoridades públicas respecto a los impactos negativos que el hábito de fumar trae al medio ambiente, a la salud humana y –en general- a la calidad de vida de la población.

Parecería exagerado comparar la contaminación del aire producida por las chimeneas de ciertas fábricas o vehículos automotores con el humo que genera el cigarrillo de un solo fumador en un espacio cerrado o con deficiente ventilación. Sin embargo, las estadísticas nos indican que los daños producidos por el humo del cigarro no son menores y constituyen ya un complejo problema de salud pública.

En México, por ejemplo, de los más de 90 mil casos de cáncer que se registran anualmente, una tercera parte de ellos están relacionados con el consumo de tabaco.

El tabaco posee 4 mil sustancias tóxicas, de ellas 40 son cancerígenas, y afecta tanto a los fumadores activos como a los pasivos, quienes reciben directa e indirectamente el humo generado y que es causante de dolencias de pulmón, esófago, tráquea, piel y estómago (además de estar relacionado con el cáncer cérvico-uterino, nasal, oral, de faringe, laringe, de hígado, riñón, intestinal y páncreas).

Más recientemente, en el año 2004, científicos encontraron vinculación entre el consumo del tabaco y males como la catarata, la neumonía, la periodontitis y la ateroesclerosis.

Esta epidemia –que no es exagerado señalar como tal-, es la responsable del 90% de los casos de cáncer pulmonar y del 25% de las enfermedades cardiovasculares, causando más decesos que el Sida, el consumo de alcohol o de drogas ilícitas en su conjunto.

El tabaco es responsable de una de cada cinco muertes que ocurren en el mundo, nueve de cada diez tumores y enfisema en los pulmones, y siete de cada diez muertes por enfermedades del corazón. Actualmente, más de 1,100 millones de personas consumen tabaco en el planeta, y este hábito se relaciona con el 33% de los enfermos de cáncer, segunda causa de muerte, antecedida por las enfermedades cardiovasculares. Por todo lo anterior, no tenemos dudas de que el consumo de tabaco es un problema de salud pública, de interés general y, desde luego, de carácter ambiental.

Beneficios

Debido a que los efectos nocivos del tabaco en el organismo no se manifiestan ni se perciben de manera inmediata, el hábito de fumar podría parecernos inocuo y las consecuencias sonarían exageradas, pero se dice que por cada cigarro que se fuma, se pierden 11 minutos de vida, ¡haz tus cuentas!

Por tanto, entre los beneficios de dejar este hábito está que el peligro de sufrir un infarto cardiaco o cerebral se reduce de manera considerable durante los primeros dos años de abstinencia, y posteriormente disminuye de manera importante la posibilidad de sufrir algún tipo de cáncer. El sentido del gusto y del olfato mejoran de manera impresionante, y la piel se rehumecta y adquiere una apariencia lozana y saludable. Y, desde luego, uno de los mayores beneficios es el dejar de exponer la salud de las personas que nos rodean a las graves afecciones causadas por el humo del tabaco.

Estemos o no de acuerdo con ello, las personas tenemos el derecho de elegir si queremos o no fumar. Si tú decides hacerlo, permítenos darte algunas recomendaciones para no afectar a otras personas:

• Fuma sólo en los sitios permitidos (oficinas, restaurantes o lugares públicos).

• No fumes en espacios cerrados y sin ventilación, sobre todo cuando estés acompañado de niños o personas de la tercera edad.

• Practica regularmente algún deporte o actividad física que fortalezca su capacidad pulmonar.

• Acude a tu médico para revisiones regulares de tu estado físico.

En México existen muchas opciones de tratamientos y sistemas supervisados para dejar de fumar, por lo que si decides dejarlo, podrás encontrar fácilmente ayuda para hacerlo.

 

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